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se vengarían!
Rorqual rastreó el banco de Thunnus thynnus y transmitió los datos a la consola de
Larry. El mediohumano se retorció en su hamaca y leyó el informe.
 Atún de aleta azul  dijo para sí . Doscientas libras.
Descendió y se precipitó por la escalera de cámara a la cabina de control. La vista de la
gran pantalla era impresionante, los ojos sensores de la grúa 2 L eran agudos, recogían
los detalles de colaboración y las cortas aletas pectorales. ARNOLD se unió a ellos.
 Bonito rebaño  dijo Larry . ¿Debemos capturar algunos para los isleños?
 ¿Por qué no? Uno por familia no acabará con ellos. Utilizaremos unos pocos para los
hombres de cubierta y las mujeres  el capitán palmeó la consola del barco : Adelante,
muchacha. Cógenos unos cuantos.
Las grúas de proa tendieron líneas y expelieron cebos de cucharilla y araña con
anzuelos de cinco pulgadas. Se sometió el banco a muestreo. Cuarenta y ocho peces
idénticos aleteaban sobre el puente de popa músculos escamosos, ojos que jamás
parpadeaban. La tripulación hocicuda de gruesas ropas permaneció a un lado mientras
las desnudas mujeres bénticas se tomaban el tiempo necesario para elegir el que sería la
comida de la noche.
 ¿Qué bestia aletuda decís?  preguntó ARNOLD.
Seis sudorosas esposas observaron su acercamiento. Sus brazos estaban moteados
de sangre y escamas, y sus manos repletas de anzuelos y cuchillos. Vagó entre ellas
charlando, bromeando y palmeando. El sol estaba alto, el trabajo resultaba pesado.
Cuentas de sudor rayaban sus cuerpos. Se detuvo frente a una joven madre cuya
húmeda piel tenía regueros blancos, estaba en período de lactancia. El extendió su mano.
 Dame tu cuchillo. Ve a alimentar a tu hijo.
Ella se plantó bajo la ducha de cubierta, lavándose en el agua de mar, escapándose
después hacia el ascensor. ARNOLD volvió la hoja una y otra vez, pensativamente.
 No hace mucho habría intentado ensartarme con esto  musitó.
Al crepúsculo halló al mediohumano colgando del borde de la escotilla de proa. La luz
naranja procedente de los alojamientos delineaba la pequeña forma. Sonidos de mujeres,
niños y utensilios llenaban el aire.
 Únete a nosotros  dijo el gigante.
 Quizá lo haga para comer un bocadillo de lechuga y trigo integral  dijo Larry,
balanceándose escotilla abajo sobre una de sus sogas anudadas.
Una de las muchachas, Crayfish, madre de trillizos, saludó al mediohumano con un
chillido y le ofreció un sitio cerca de ella. La mesa era redonda, de quince pies de
diámetro, y se hallaba rodeada de almohadas y cojines. Estaba siendo dispuesta en el
centro del ascensor, detenido en el segundo nivel. ARNOLD descendió por las escaleras
y ayudó a transportar la pesada fuente de filetes de pescado. Vientre Blanco anudaba su
lavalava (producto de la Colmena) y se desplazó alrededor de la mesa distribuyendo
canastillas de pan de quince aminoácidos y cubos de té de arrayán. Hizo espacio para el
capitán cerca de ella, ya que era madre del primogénito de ARNOLD. Otras esposas se
aproximaron, charlando. Llevaban ensalada de pulpo adobada, algas comestibles,
almejas al vapor, cangrejos hervidos y un surtido de los platos más anónimos de Rorqual.
 Deberíamos alcanzar la primera de las islas mañana  dijo ARNOLD.
 Es bueno verlas verdes de nuevo  dijo Larry . Puedo comprender por qué el Gran
Har deseaba instalarse aquí. Llené su cabeza con imágenes de estos lugares mientras
estábamos en los cimientos, allá en la Colmena. Estoy seguro que no sería feliz en ningún
otro sitio.
Rorqual metió la nariz en la ensenada y dejó que su barbilla descansara en la arena. El
jugoso verde de la isla no mostraba signo alguno de estar habitado. Vientre Blanco estaba
preocupada.
 ¿Estás seguro de que estamos en la isla correcta?
El barco dispuso silenciosamente los dos mapas y proyectó el montaje. La topografía y
las coordenadas coincidieron.
 Creí que en dos años habrían hecho algo con el lugar, casas, barcos, redes, pero
parece tan salvaje como siempre. ¿Crees que se hayan trasladado a otra isla?
 Están aquí  dijo Rorqual. Un sensible examen infrarrojo de la vegetación indicó
defectos cuadrangulares, moradas escondidas detrás de una pantalla de matojos y viñas
. Aún son cautelosos por lo que toca a anunciar el hecho. Eso es todo.
ARNOLD miró oblicuamente a la playa.
 Recuerda que no eran más que doce. Parece haber dos o trescientos acres en los
que esconderse. Que las esposas vayan a tierra con los regalos. Dejaremos aquí los
grupos de cascos de catamaranes, de veinticuatro y treinta y seis pies. Herramientas de
jardín. Cabezas de arpón. Invítalos a subir a bordo para la comida de la noche.
Vientre Blanco llevó a sus dos niños al claro. Har y Opalo aparecieron corriendo y la
abrazaron. Chacharearon y se pasaron los niños de unos a otros.
Mas tarde, Har subió al puente para hablar con el mediohumano Larry. Ambos se
habían oscurecido y endurecido considerablemente desde sus días en los cimientos.
Entrechocaron los vasos y brindaron por ARNOLD.
 Pueda siempre el rey dominar el mar.
La comida de la noche fue amenizada con canciones y bailes. El barco expelió una
gran variedad de juguetes de polímero coloreado para los niños. La vida en la isla había
curtido y encallecido aún más a las mujeres bénticas. Musculosas y de pelvis ancha,
quedaban embarazadas cada año. La población de la isla se acercaba a las veinte
personas. Las esposas de ARNOLD las cubrieron con una lluvia de pequeños regalos:
utensilios de cocina y elementos de costura. Rorqual recogió canastos de semillas y
jaulas con pequeñas criaturas salvajes de carne comestible a fin de sembrarlas en otras
islas.
 Somos felices aquí  dijo Har . Deberías interrumpir tus vagabundeos y vivir con
nosotros.
 No  dijo Larry . Me gustan las travesías de Rorqual Maru. Dispersaremos algunas
semillas y las veremos crecer. Los pequeños cerdos salvajes medran en todas partes. No [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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